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LA FUERZA DEL GRUPO EN LA REHABILITACIÓN

DEL ENFERMO ALCOHÓLICO. 

Ponencia leída en la interprovincial de Palencia.

 

PRESENTACIÓN:

 

Buenos días a todos. Tengo 39 años y pertenezco a ARBA de La Bañeza, provincia de León. Llevo casi dos años en esta asociación y algo menos de dos sin beber.

La asociación, a través de su ayuda, que es la terapia de grupo, ha cambiado mi vida; mejor dicho, me ha ayudado a recuperar mi vida anterior y ha creado un vínculo moral de compromiso con mis compañeros.

Nos reunimos semanalmente, intercambiamos estados de ánimo, problemas personales y comunes, pautas de comportamiento, experiencias personales y especialmente aprovechamos las experiencias de los veteranos del grupo, que nos sirven como recursos y herramientas de ayuda ante situaciones especiales, peligrosas o cotidianas.

Para mi la asociación es un círculo de amigos, además de que no tengo otros que pueda considerar como tales; los que yo creía amigos forma parte de mi pasado de alcoholismo y degradación personal.

 

 

ÁMBITOS DE AYUDA O INFLUENCIA DEL GRUPO EN MI VIDA:

 

A continuación, voy a exponer el sentido que tiene el grupo para mí y los cambios y ayuda que me ha proporcionado, en cuatro ámbitos diferenciados:

  • Personal.

  • Familiar.

  • Laboral y de actividades en general.

  • Social.

 

AYUDA DEL GRUPO A NIVEL PERSONAL:

Para mí la terapia de grupo representa una filosofía de vida, un estilo nuevo: dar y recibir ayuda para continuar el camino que he iniciado y perseverar en él, siguiendo fielmente nuestra religión o doctrina que es “vida sin alcohol”.

Para llegar a este convencimiento, yo me hice las siguientes preguntas: ¿quiero hacer algo en serio con mi vida? o bien, ¿quiero seguir engañando a todos y a mi mismo con mentiras, excusas, artimañas y justificaciones para beber sin parar, por una u otra razón?

Decidí que quería hacer algo positivo con mi vida y para llegar a esto creo que tiene que llegar tu momento idóneo de disposición mental. Cuando llegó ese momento fue cuando yo di ese “saltito” y crucé la línea de “sin alcohol” sin vuelta atrás, para siempre.

Decidí que ya no quería beber nunca más, no como en mis primeros meses de terapia, durante lo cuales yo albergaba alguna esperanza de poder beber algún día y poder controlarlo; veía la terapia como algo pasajero y creía que me iban a dar una cura o vacuna contra mi enfermedad. Hoy sé que mi enfermedad no se cura, pero sí se controla de una única y sencilla forma “no bebiendo”; y esto lo sé gracias a las horas que he pasado en el grupo de autoayuda.

También he ido ganando en sensibilidad, calma, consciencia de las cosas, momentos y situaciones y, con ello, he aprendido a controlar mi vida y a disfrutar verdaderamente de ella, obteniendo una felicidad real y duradera que antes era efímera y pasajera.

 

 

AYUDA DEL GRUPO A NIVEL FAMILIAR:

En este ámbito, tengo que agradecer inmensamente la ayuda que me ha proporcionado la terapia en la asociación para recuperar la normalidad en mi vida familiar, que estaba trastornada totalmente, muy afectada en todas las relaciones familiares; no era ni la sombra de lo que fue hace veinte años, ni la sombra de lo que ha vuelto a ser hoy.

Para empezar, me ayudó a recuperar la confianza de mi mujer, creo que con esto ya digo bastante.

También recuperé la confianza de mis padres, que no estaba tan deteriorada como la relación con mi mujer, quizá por los lazos de sangre.

Recuerdo que llegué a enfrentar a mi mujer con mis padres, culpando a unos y otros de mis problemas, para justificar mi consumo, como una evasión de los problemas que ellos me producían:

- a ella la acusaba de maltrato psicológico ante ellos;

- a ellos los acusaba de incomprensión, de que siempre me estaban echando broncas y charlas.

Todo eran justificaciones para beber.

Ahora, gracias al grupo, sé que todos esos problemas, y otros, me los inventaba yo y que ellos no tenían problema alguno. El único problema era mi adicción al alcohol.

Hoy día, gracias a los cambios que me ha proporcionado la terapia, soy capaz de valorar y disfrutar de pequeñas cosas o detalles en el ámbito familiar como, por ejemplo, comer el sábado tranquilamente mirando al jardín, mientras oigo a los niños jugar en el salón. Antes eso no lo apreciaba, porque mi mente estaba cegada y torpe por el alcohol.

He conseguido también, gracias a lo que he aprendido en las terapias, a disfrutar en cualquier reunión familiar de la compañía, la conversación, etc. y no ser el borrachín que acaba la cena discutiendo con algún familiar o marchando a la cama antes de comer las uvas, a dormir la mona.

Ahora cuento con mi familia y cuentan conmigo, me siento valorado y, como en todo lo conseguido, es gracias al grupo.

 

 

AYUDA DEL GRUPO A NIVEL LABORAL Y DE ACTIVIDADES EN GENERAL:

En este campo, la fuerza del grupo me ha enseñado y ayudado a hacer las cosas con otra mentalidad y a tener más atrevimiento y decisión, hasta el punto de haber llegado a ponerme a trabajar por mi cuenta, cosa antes impensable e imposible.

Ahora  me he convencido de que hay que hacer cualquier tarea pensando en la esencia de lo que es, sea una obligación o sea una diversión.

Antes hacía cosas con el alcohol siempre presente y disfrutaba haciéndolas si había algún trago de por medio o pensando en momentos que me permitirían conseguirlo.

Antes realizaba muchos bricolajes, arreglos, hasta tareas o trabajos sucios o duros, si me permitían echar unos buenos tragos mientras los realizaba; ya fuese en casa, en mi cochera, en la huerta, en la casa vieja o en el fin del mundo.

Ahora, gracias a los cambios de mentalidad conseguidos con las terapias, disfruto con cualquier tarea por el hecho de hacerla y pensando en el resultado final de la misma, ya sea un ocio u obligación. El hecho de realizarla, con la mayor perfección es un fin en si mismo, primordial y que me procura una gran satisfacción y felicidad, sin buscar nada más.  Antes, el fin era buscar esos tragos y las tareas un medio para ello.

Este ha sido el cambio de mentalidad.

 

 

AYUDA DEL GRUPO A NIVEL SOCIAL:

En el plano de las relaciones interpersonales, la terapia de grupo me ha proporcionado un cambio de comportamiento y de actitud ante los demás.

Cuando bebía me sentía mal a gusto, tenso, incómodo cuando estaba con gente que no bebía, ya fuese con la familia o con gente de la calle. Aguantaba poco tiempo con gente no bebedora. En esas situaciones me iba a beber dos o tres vasos y volvía con la dosis puesta, para volver a desaparecer después. Sólo tenía ganas de marcharme y estar yo solo, a mi rollo, o con gente que bebiese.

Ahora, gracias a la ayuda del grupo, soy capaz de disfrutar de una conversación larga y sosegada con cualquier persona, sin prisas y sin pensar en marchar corriendo a beber, porque, precisamente gracias a las experiencias recibidas de mis compañeros de la asociación y a la abstinencia, he recuperado la claridad mental para pensar lo que voy a decir y para expresar mis ideas y mis razones a cualquier persona, haciéndome valer y respetar en cualquier situación. Soy capaz de afrontar cualquier problema o circunstancia con calma, serenidad y cordura, cosa que antes sería imposible.

 

 

 

 

CONCLUSIONES:

 

En este último punto, voy a subrayar o resumir lo esencial de la terapia de grupo para mí; las principales conclusiones a las que he llegado y logros que he conseguido:

- He aprendido que el alcoholismo es una enfermedad, que no se cura, pero que se puede vivir con ella perfectamente no bebiendo.

- He reconocido que tengo un problema y he admitido que soy enfermo alcohólico.

- He conseguido recuperar mi lucidez mental, que me permite afrontar la vida con normalidad.

- He conseguido controlar mi vida y disfrutar realmente de ella.

He recuperado la confianza de mi mujer y de mi familia.

Para llegar hasta donde estoy me he convencido de que es necesario un cambio de mentalidad, que me ha hecho realizar cualquier actividad coma un fin en si mismo, de perfeccionamiento personal, y no buscando dosis de evasión etílica de los problemas.

- En último lugar y como idea primordial y prácticamente dogmática, he adquirido un compromiso moral con mis compañeros de asociación, con el grupo, de no probar el alcohol nunca más; si lo hiciera no me fallaría sólo a mi mismo sino a ellos también. Y sé que eso supondría para mí el más absoluto fracaso, después de todo lo que he conseguido con estos largos y duros meses de abstinencia.

 

 

AGRADECIMIENTOS:

 

No quiero terminar sin expresar ante todos vosotros mi agradecimiento sincero y muy afectuoso a las personas que me han ayudado:

- Los veteranos del grupo.

- Nuestras terapeutas

- Todos mis compañeros.

- Mis familiares, especialmente mi mujer, un beso.

 

GRACIAS A TODOS.

 

 

 

                        

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