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SENTIMIENTOS EN GRIS.

Hay frases que se repiten en la vida como ecos de la conciencia; en nuestro caso, se convierton en un sonido sordo y punzante que nos taladra la mente y el corazón, hasta convertirse en nuestra melodía habitual.

Lindezas como "¡cómo estás, qué vergüenza!", "todo es por tu culpa", "eres un borracho vicioso", y otros piropos dedicados que nos acompañan en nuestra rutina diaria y que nos ayudan a hundirnos un poco más en el fango, cuando después de bracear contra corriente, con todo nuestro esfuerzo, estamos a punto de alcanzar la otra orilla.

 

¿A nosotros nos van a explicar lo que es la pérdida de confianza, cuando la nuestra se perdió en el primer asalto, mientras que la autoestima nos abandonó y nos arrastró hasta la sima más profunda, condenándonos a un estado de despojo en tierra de nadie? 

¿A nosotros nos van a preguntar lo que es el sufrimiento, que cuando tomamos conciencia del problema, multiplicamos por mil el dolor que puedan sentir los que nos rodean?

¿Se nos puede recriminar el tiempo perdido a nuestro lado, cuando un minuto para nosotros se convierte en una eternidad, cargando toneladas de culpas ajenas, que nos adjudican y asumimos, porque es muy fácil cargar más la mochila de nuestros errores?

 

Puede parecer que nuestras facultades están mermadas, producto de la adicción, y aunque parezca que estamos ajenos al mundo, lo que hacemos es recoger nuestras miserias y acumularlas en el rincón de la culpa, para luego crearnos un lastre que nos acompaña cada segundo del día y de la noche.

Superamos vergüenzas ajenas, ¡cómo si no tuviéramos suficiente con las nuestras!

Parece que estamos en un mundo a parte, y sin embargo luchamos cada instante para que el corazón se nos endurezca y no se nos resquebraje.

Continuamente nos invade la sensación de que le debemos la vida al mundo, y que tendremos que pagar eternamente por el delito de padecer una enfermedad que nos buscamos, o nos encontró, o nos tocó en suerte en la lotería de la vida, y su sombra nos acompañará hasta el fin de nuestros días.

Por eso, cuando nos preguntan que qué tal estamos. no sabemos si podemos contestar "mejor que ayer", pero seguro que siempre pensamos que deseamos estar "peor que mañana".

Y seguimos adelante con la huella de la incertidumbre y la duda, intentando recomponer el pasado y deseando recuperar un tiempo perdido que nada ni nadie nos devolverá jamás.

 

Nuestra meta: la superación.

Nuestros amigos: el esfuerzo diario y el compromiso.

Nuestras aliadas: la paciencia y la constancia.

Curiosos compañeros de viaje para una aventura tan larga y difícil.

 

 

 

 

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